En esta nueva sección intentaremos recordar a esas mujeres que nunca deberíamos olvidar que forman parte de nuestra cultura, historia y sociedad. Mujeres excelentes que todos deberíamos conocer.
La primera de todas estas excepcionales mujeres es Maruja Malló, pintora surrealista gallega cuyo verdadero nombre era Ana María Gómez González. Nació en Vivero, Lugo en el año 1902 y murió en Madrid en el año 1995).
En 1928 expuso por primera vez en Madrid en una muestra, organizada por Ortega y Gasset, en los salones de la Revista Occidente. En 1932 viajó a París, pensionada por la Junta de Apliación de Estudios, y desde 1934 se dedicó a la enseñanza en Árevalo y Madrid. El nuevo salón de los Amigos de las Artes Nuevas le dedicó la segunda (1936) de sus exposiciones; la primera fue a Picasso. Efectuó diversas muestras en Europa y América, y en 1949 se editaron, en Madrid, sus Arquitecturas, cuyos dibujos fueron prologados por J. Cassou. Su pintura ha estado sometida a importantes variaciones formales y conceptuales. A la naturaleza festiva y ornamental de sus primeras obras, Verbenas, Espantajos, Basuras, Cardos, Fósiles y Campanarios, sucedió una mayor severidad formal, donde las relaciones geometricas, tan vivas siempre en su pintura, están vinculadas a la corriente surrealista dando un toque diferente en un viaje casi paralelo a la pintora mexicana Frida Khalo. Ejemplos pueden ser sus obras: Arquitecturas minerales, Canto de espigas o Retratos bidimensionales, donde su pintura se convierte en algo conceptual y maduro.
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